viernes, 10 de octubre de 2008

Eduardo Urbizaglia, un alumno de tercero, nos relata una historia que escuchó en la radio

Erase una vez en un bosque, en el claro de un bosque donde se encontraban reunidos el miedo, la indecisión, la mentira, la locura y el amor.
Estaban todos sentados en un tronco de un árbol caído, menos la locura, la cual caminaba de un lado a otro pensando en qué hacer, hasta que tuvo una idea y dijo a los demás:
- Ya sé qué podemos hacer, ¿por qué no jugamos a las escondidas?
Todos la miraron con desgano e indiferencia sin ganas de moverse de sus lugares. Ésta los miró y les contestó:
- ¡No hay problema! Cuento yo. Acompáñenme hasta el árbol más cercano y comenzamos.
Y empezó a contar y los demás a esconderse.
El miedo como es miedo se quedó al lado de ella.
La indecisión iba de un lado a otro sin saber adonde esconderse.
La mentira dijo “me esconderé bajo la piedra” y, como es mentira, se escondió tras el árbol.
Y el amor se fue a esconder tras un rosal muy tupido, pero vio que en medio del rosal había una rosa... Una rosa roja. Se internó en él para contemplarla y se quedó mirándola fijamente sin pestañear.
La locura terminó de contar y al primero que libró fue al miedo, que por temor no se había movido de su lugar.
Segundo, a la indecisión, que como iba de un lado a otro sin decidirse dónde esconderse la descubrió.
Tercero, a la mentira, que como es mentira y dijo que se escondía bajo la piedra, la descubrió tras el árbol.
Pero quedaba el amor y no lo podía encontrar y lo empezó a buscar por todo el bosque, hasta que al pasar por el rosal se preguntó:
- ¿No se habrá escondido acá?
Movió el rosal con todas sus fuerzas y escuchó un “ay!”.
- El amor, se dijo para sí, y se internó en el rosal.
Se encontró con él, arrodillado y con sus manos en la cara tapándose los ojos. Al verlo comprendió que al mover el rosal las espinas habían pinchado los ojos del amor y lo habían dejado ciego.
A raíz de su pena por lo que había ocasionado, la locura le dijo al amor:
- Yo te ayudaré, yo te ayudaré, seré quien te guíe.
Y dicen que desde ese entonces
EL AMOR ES CIEGO Y VA ACOMPAÑADO DE LA LOCURA.
Cuento adaptado por Eduardo Urbizaglia.

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